domingo, 12 de julio de 2015

Antes y después de Alejandra.

Soy para todos, pero soy sólo mía.
Alejandra me repetí que dejara de tener miedo, que me dejara caer de espaldas al deseo, que saliera a la oscuridad y enfrentara esa respiración desconocida. Teníamos pláticas enteras sobre este tema, la valentía, la esperanza y la libertad, me preguntaba cómo hacía eso, lanzarse hambrienta a lo desconocido, eso era lo grandioso de ella; la seguridad de su paso en lo quebradizo.

Le prometí que nunca diría a dónde se escondía, con quiénes se encontraba y cuantos cigarros se fumaba en la madrugada, tampoco lo que haría si escapaba o donde ponía sus inseguridades. No lo he hecho. He cumplido mi promesa Alejandra, lo único que no cumplí fue haber fumado, lo hice a inicios de este año cuando no supe qué hacer con el temblor en las manos.

Me ha tomado tanto poder hacer todo esto yo sola, tomar el coraje para derribar todas las dudas sobre mi misma, no guardé nada, dejé todo atrás; sentía que sino lo hacía rápido me iba arrepentir, así pude caer de espaldas al deseo, ya no tengo miedo de salir herida, sé lo que habitaba en la oscuridad. Qué grandiosa eras mi Alejandra, extraño tanto tus manos. Tampoco espero, no titubeo, tomo decisiones y me mantengo firme. Hice lo que me dijiste, y te dejé atrás. Te amo tanto, ojalá al acabar de escribir esto pudiera leértelo, como siempre lo hacía, antes.

martes, 7 de julio de 2015

Mientras tanto, Iris.

Hace dos sábados mientras esperaba que Carlos (Porque aquí si puedo decir su nombre) me escribiera, estaba desconsolada viendo "Song One", terminé molesta y decidí irme a dormir. Hoy leía a Sábato, hablaba sobre el masoquismo de los desperanzados, que retoman la esperanza cada vez que pueden, con más fuerza, como una necesidad de confirmar la decepción. Algo así me pasa con Carlos, pero he sido tan feliz estos días, y siento (porque ahí está el grano de esperanza) de que él también es feliz. Es un astronauta, que regresa a la tierra, me toma de la mano, visitamos museos, librerías, zoológicos; vamos a playas, a montañas y bosques. Nos abrazamos, nos vemos, nos acariciamos, reímos, hacemos el amor, nos leemos; escribimos, hacemos el silencio. Hemos hecho de nuestros minutos un cielo ilimitado de sueños que arrullamos antes de dormir, en camas separadas, de casas y países distintos.

Ha pasado un año, estoy tan mareada, debe ser la luna llena.

Pero bueno, soy una masoquista desesperanzada, una masoquista desesperanzada enamorada.


viernes, 24 de enero de 2014

Conclusiones.

No puedo esperar a escribir algo aquí sin sentir que todo se ha acabado.
Estamos acabados. 

Era seguro que nuestras inseguridades nos iban a destruir, 
pero qué bien se sentía compartirlas contigo en el día
y dudar de que todo fuera cierto en la noche.
Ahora somos otros.

Me estaba preguntando si aún fumabas de vez en cuando,
si por alguna razón la gente aún habla de nosotros 
seguiríamos sin darnos cuenta, nunca nos importó otros desastres.
El resultado fue un desastre.

No es que crea que iba a durar por siempre,
me hacía sentir bien que podíamos estar juntos sin pensarlo.
Me hacía sentir bien sentirme grande a tu lado,
restregarle a no sé quién que por tener algo bueno,
nosotros lo hacíamos gigante. 
Éramos diminutos. 

A veces olvido que me hace daño recordar lo bueno,
que siempre que veo la nieve 
pienso en cómo te gustaría soplar aire caliente
en mi piel, en mis manos. 
No te extraño. 

Hace casi un año que nos despedimos en un aeropuerto,
yo lloriquié viendo a tu mamá llorando por tu ida,
tuve que despertar un día y saber que te amaba,
para entender que te habías ido. 
Nunca volviste (a mi).

Hubiera sido tan bueno que estuvieras aquí,
y si tuviera la oportunidad de ser nosotros una vez más,
escogería una noche como esta, seríamos muy felices. 
Creo que somos felices ahora, 
creo que nunca más seremos felices juntos. 
Yo soy, tú eres, pero no somos más. 

domingo, 4 de noviembre de 2012

Madera.

Estoy tan cerca de amarte
de saltar la cerca que divide nuestros patios,
que nos aterroriza tirar abajo.

Desde que lanzaste tu pelota a mi pasto
yo ya no dejo de pensar en ti,
desde aquí escucho tus risas
desde aquí se me derriten las vidas que no te doy.

Yo estoy tan dispuesta,
a destruir la cerca
si tú me aseguras que vamos a acabar
construyendo nuestro hogar
con los pedazos de madera restante.

domingo, 2 de septiembre de 2012

La última cita

Hace menos de un mes salimos por última vez,
tomaste mi mano
ataste mi corazón
sepultaste mi voz.
Al final ya éramos dos,
tú a la izquierda bajando la mirada,
enrollando un montón de palabras
mientras yo veía por dónde entrar;
un pequeño espacio de lo que fuiste.

Yo te quise tanto sabiendo cómo iba a terminar.
Yo te quise más aunque me hicieras esperar,
construiste en mi piel un castillo de arena
y mandaste a la marea a deshacerlo.

Y pudimos haberle dado un soplo más a este
lo que consideré yo,
mi pequeño amor.
Tú, mi pequeño malcriado,
mi indeciso niño,
fuiste tan real ayer, eres tan real hoy.


viernes, 24 de agosto de 2012

Una migaja para mi paloma.

Te amo paloma. Si, le pongo nombres de aves a la gente que amo y no es mucha ya sabrás, en realidad es la primera vez que le escribo algo así a alguien que no sea a mi golondrina, ella por supuesto no se parece nada a ti, mi linda paloma. Ni tú te pareces a ella. No hablo de lo físico, tú eres tan escandalosa y pasas más tiempo sin saber a dónde ir o el porqué te quedas ahí, justo dónde estás ahora. Pero te amo, porque a lo que a mi respecta, hemos pasado varios tornados tomadas de la mano, no; no has sido una roca, te has metido dentro del tornado y te has herido tanto como yo. Así está bien. No te pido que seas mi golondrina porque ella es mi roca, el peñasco de mi mar o mi mar quizás.

Estamos aquí, por segunda vez, viendo el desastre.
Es la segunda vez,
la primera ya me bastaba para saber que ibas a ser un ave
pero si te quedabas una segunda vez, te iba a poner un nombre.
Ahora lo sé
paloma.

martes, 3 de abril de 2012

Una cita.

Ayer salimos por primera vez,
siempre estamos afuera; de las aulas, de nuestras casas, a los ojos de todos.
Ayer salimos del acecho de los demás,
nos sentamos en alguna colina fuera de sus miradas,
fue casi como quebrar al mar en dos y pararnos a hablar justo en medio.

Yo te quise decir tanto sin saber cómo empezar
tú lo terminaste en tan poco sin saber qué era lo que queríamos terminar.
Yo te quise un poco más,
con tu piel gastándose entre mis dedos.
Yo te quise un poco más,
con los pequeños besos que dabas clausurando alguna gran obra,
para después ver que todo estaba vacío y no habían más funciones.

Y pudimos salir por primera vez del gran teatro,
pudimos corretear entre los asientos, jugar con las cortinas,
comer dulces en las escaleras.
Salimos del teatro y eres lo más real que he visto jamás.

sábado, 31 de marzo de 2012

Cerca del Ayer.


Te escribo desde lo oscuro de mi pensamiento,
en la gota de color negro que se resbala por mi ventana,
las cortinas ocres, el sentimiento espeso.

Ojalá mis palabras te canten por las mañanas,
que mis muertes te den vida en las tardes,
espero que mis ojos te vean,
ruego porque mi alma te acaricie el cuello.

Hasta que la promesa de la lluvia se seque en el pavimento,
el vapor de nuestros anhelos sean viento
y el viento sea bueno con nosotros, nos traiga versos,
nos arrulle el cuerpo.

Y si tenemos suerte nos quedemos hasta tarde,
un poco más después de las doce
un poco menos antes de las once.

Un tanto hasta que los pulmones no necesiten aire,
y seamos brisa, seamos promesas cayendo en nuevos suelos,
secándonos en otros pavimentos,
muriendo hasta morir bien y viviendo hasta vivir mejor.